‘El barbero de Picasso’: La amistad entre dispares
Pepe Viyuela y Antonio Molero encarnan al pintor malagueño y a Eugenio Arias, camaradas que mantuvieron una estrecha complicidad durante 26 años, en una comedia de Borja Ortiz de Gondra dirigida por Chiqui Carabante


Eugenio Arias (1909-2008), barbero, luchó en la Defensa de Madrid, en la batalla del Ebro, en la Resistencia sa y en la invasión guerrillera del Valle de Arán. En 1945, durante un homenaje de la Francia Libre a los exiliados españoles, Dolores Ibarruri La Pasionaria le presentó a Picasso. Ambos hombres volvieron a encontrarse en 1948 en Vallauris, a donde el pintor se mudó con Françoise Gilot, su modelo. Allí forjaron una amistad íntima, fructífera y duradera, hasta el punto de que Arias, de 52 años, fue uno de los dos únicos testigos de la boda celebrada en 1961 entre el artista malagueño, de 79, y Jacqueline Roque, de 35, que fue su musa, secretaria, amante, ama de llaves y enfermera durante sus dos últimas décadas de vida.
Borja Ortiz de Gondra, autor de El barbero de Picasso, se imagina a los dos camaradas hablando de toros, de arte y de su militancia en el Partido Comunista Francés, al que el pintor del Guernica estuvo afiliado hasta su muerte. Su complicidad les llevó a compartir tertulias, partidas y tardes taurinas. A lo largo de 26 años, el pintor obsequió al peluquero con 52 obras que forman parte del Museo Picasso de Buitrago de Lozoya, pueblo natal de Arias.
Esta comedia, estrenada en el Teatro Español, desarrolla el tópico de la amistad entre un personaje cultivado y otro humilde, como antes lo hiciera Cela en un capítulo de su Viaje a la Alcarria. El espectáculo comienza con una pantomima inspirada: la del barberillo que intenta sintonizar Radio Barcelona desde Vallauris sin éxito, como cuando perdemos actualmente la cobertura durante un directo transmitido por Twich o por Youtube. Dicho prólogo mudo, interpretado por Antonio Molero en el papel de Arias, bajo la dirección cómplice de Chiqui Carabante, es una invención suya cuya lógica disparatada nada tiene que envidiar a la de la pantomima creada por Manuel Galiana como preludio del espléndido montaje de Tres sombreros de copa dirigido por José Luis Alonso Mañes en 1983.
En la representación de El barbero…, no existen las acusadas diferencias de edad que hay entre los personajes reales: el Picasso de Pepe Viyuela y el Arias de Molero pertenecen al mismo grupo etario. Tampoco hay dos generaciones de por medio entre el pintor y la Jacqueline de Mar Calvo, de modo que se produce un desfase entre la ficción dramática y la realidad a la que se alude en todo momento en el texto de Ortiz de Gondra. Los hechos escenificados sucedieron en 1961: en marzo Picasso celebró su segunda boda y en octubre festejó su 80º aniversario, acudiendo a una corrida de Dominguín. En la obra, sin embargo, vemos a un hombre de unos 60 años preparando ambos acontecimientos, lo que pone al personaje en otro tiempo vital. Al cabo, El barbero de Picasso se queda en tierra de nadie: no llega a ser una fantasía entretejida libremente en torno a un personaje histórico, pero tampoco es teatro biográfico. José Ramón Iglesias completa el cuarteto interpretativo con verdadero acierto.
El barbero de Picasso
Texto: Borja Ortiz de Gondra. Dirección: Chiqui Carabante.
Reparto: Mar Calvo, José Ramón Iglesias, Antonio Molero y Pepe Viyuela
Teatro Español. Madrid. Hasta el 20 de julio.
Teatro Calderón. Valladolid. 26 y 27 de septiembre.
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