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En el US Open el gran rival es el campo, el temible Oakmont

El tercer grande de la temporada se celebra en un recorrido durísimo que atemoriza a los golfistas

US Open Golf
Juan Morenilla

“Un mal golpe debe tener consecuencias”. Y vaya si las tiene en Oakmont. Aquella frase que inmortalizó hace más de un siglo Henry Fownes cuando diseñó un campo de golf en Pittsburgh resuena hoy con fuerza a las puertas del US Open, el tercer grande de la temporada. Fownes era un empresario del acero que, cansado de jugar al golf en recorridos cerca de su casa demasiado fáciles, levantó un campo que apretara las clavijas. El resultado es Oakmont Country Club, fundado en 1904 y la sede más habitual en la historia del US Open: hoy (de 14.00 a 2.00, Movistar Golf) acoge la cita por décima vez, el escenario más repetido de un grande en Estados Unidos a excepción de Augusta. En esta pradera conquistó Jack Nicklaus el primero de sus 18 laureles del Grand Slam, en 1962.

Si el Abierto estadounidense es el major más difícil, Oakmont es su particular sacamuelas. Se trata de un par 70 larguísimo (7.372 yardas, 6.740 metros), salpicado con 170 búnkers (entre ellos los llamados Church Pew, trampas de arena con bandas de hierba dentro en forma de bancos de iglesia), rodeado de un rough alto y profundo que ha sido objeto de experimentos durante años para convertirse en un tragabolas, y coronado con los greens más rápidos del circuito. En ese potro de tortura se celebra desde hoy la 125 edición del US Open y, más que mirar a Scheffler, McIlroy, Rahm o DeChambeau, el protagonista es el campo. Oakmont es el rival a batir.

“Si no llueve, será muy complicado que alguien acabe bajo par. Si no coges calles, no hay nada que hacer”, avisa Jon Rahm, de regreso al lugar donde jugó su primer grande, el US Open de 2016 en que fue el mejor amateur, 23º clasificado con +7. Entonces venció Dustin Johnson con -4 y solo cuatro golfistas bajaron del par. En la anterior ocasión, Ángel Cabrera venció en 2007 con +5.

De muestra, un par de botones. El par cinco del hoyo 12 se alarga 632 yardas (577 metros). El par tres del 8 se estira hasta las 289 yardas (264 m) y no será extraño que más de un golfista saque entonces el driver de la bolsa.

Oakmont probará al número uno del mundo, Scheffler, ganador del pasado PGA; a McIlroy, chaqueta verde en el Masters; al cañonero DeChambeau; y a Rahm y a Josele Ballester, los dos españoles presentes. El vasco ha elevado su confianza después de pelear el domingo del PGA por su tercer grande ante Scheffler, y relativiza la importancia de haber sumado 21 clasificaciones entre los 10 mejores en los 21 torneos de LIV que ha disputado entre el curso pasado y este: “No le doy tanto valor. Es más fácil acabar en el top ten en un campeonato de 54 jugadores que en uno de 150”. Hoy partirá con Jordan Spieth y Dustin Johnson a las 13.14 hora local (19.14 hora peninsular española).

Muy temprano (7.29; 13.29) saldrá Josele Ballester junto a DeChambeau y Schauffele después de unas semanas muy movidas: su debut en el Masters, su fichaje por LIV, su debut profesional y ahora este US Open en Oakmont que le parece un muro. “Desde pequeño siempre he tenido la convicción de que podía ganar, pero esta semana es la primera vez que me veo lejos de los grandes”, afirma el castellonense. En su estreno en la Liga saudí fue 50º entre 54 participantes, con +7. “Tengo que aprender a hacer borrón y cuenta nueva después de una mala semana”, afirma. El temible Oakmont le espera a él y al resto de jugadores con las uñas afiladas.

Grupos y horarios de salida.

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Sobre la firma

Juan Morenilla
Es redactor en la sección de Deportes. Estudió Comunicación Audiovisual. Trabajó en la delegación de EL PAÍS en Valencia entre 2000 y 2007. Desde entonces, en Madrid. Además de Deportes, también ha trabajado en la edición de América de EL PAÍS.
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