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Ligar jugando al pádel: cómo el “deporte de pijos” triunfó en las demás capas de la sociedad

Se asociaba a presidentes, a grandes empresarios o a estampas clásicas de marbella, pero este deporte derivado del tenis no solo se ha extendido por el mundo, sino que ha conquistado a nuevas generaciones que han borrado su pátina de privilegio

Padel

De David Beckham a Emmanuel Macron. De Eva Longoria a Vinicius Jr. O también de Zinedine Zidane a Carlos Sainz hijo. Si el número de famosos que adoptan algo, ya sea una prenda, un tratamiento estético o una práctica de fitness, es un indicativo de su popularidad, podemos decir sin lugar a dudas que el pádel es un deporte en crecimiento. No solo en España, cuya popularidad comenzó a crecer ya en los noventa, en unos comienzos en el que se le adhirió una pátina de elitismo (o de ansias de pertenecer a esa élite) que ahora ya parece desterrada, sino a nivel global. Hasta tal punto que, hace unos meses, The New York Times le dedicaba un artículo en el que se preguntaba si había llegado su momento en Estados Unidos, un país en el que hasta hace poco no había calado. Incluso en otro país con poca tradición padelística como Australia está creciendo su práctica. ¿Por qué ahora, cuando se ha traspasado ya la frontera del medio siglo desde su aparición?

Para explicar esta popularidad, primero hay que retroceder a los orígenes. En la década de 1960, el empresario mexicano Enrique Corcuera modificó un frontón en su casa de Acapulco, añadiendo una segunda pared, una red y paredes bajas alrededor de la pista. Así creó un deporte que combinaba características del tenis y del squash, sin la exigencia física de cubrir los metros del primero y añadiendo al segundo la posibilidad de jugar mirando cara a cara al oponente. El invento fue un éxito, que llegó a España al lugar que probablemente le granjeó su fama de deporte para ricos, Marbella.

A mediados de la década de 1970, el promotor inmobiliario de origen nobiliario Alfonso de Hohenlohe introdujo el pádel en el Hotel Marbella Club, lugar frecuentado por la jet set de la época más burbujeante de la localidad malagueña. Amigo de Corcuera, había descubierto esta nueva modalidad deportiva en su casa, y pensó que era perfecta para su clientela. Por entonces todavía no tenía unas reglas definitivas y las palas con las que se jugaba deberían evolucionar con el tiempo, pero la semilla ya había echado raíces. Dos décadas después, en los noventa, el pádel comenzó un ascenso de popularidad, aupado por una época de expansión inmobiliaria en los años del España va bien.

El hecho de que José María Aznar jugase al pádel cuando era presidente del gobierno dotó al deporte de un aura de privilegio. En la imagen, el expresidente jugando un torneo en Oropesa (Castellón) en el año 2000.

La imagen de José María Aznar, por entonces presidente del gobierno, con su pala de pádel en la mano durante unas vacaciones en Oropesa del Mar funcionó para este deporte como un resorte en dos direcciones. Para unos, se convirtió en el deporte que había que probar. Para otros, en algo que detestar. En una época en la que proliferaban urbanizaciones y PAUs, la pista de pádel se convirtió en la segunda instalación más codiciada, solo por detrás de la piscina comunitaria. La asociación con lo pijo no iba impedir la expansión de un deporte que tuvo en Latinoamérica otro terreno donde proliferar.

El pádel se extendió de esta forma del mundo hispanohablante al resto del planeta, lenta pero inexorablemente. De España dio el salto al resto de Europa, pero todavía le quedaba una última frontera: el mundo anglosajón. La popularidad de deportes como el pickleball, creado también en los sesenta por un congresista estadounidense que buscaba una versión del tenis más fácil de jugar para los niños, o el propio squash, frenaba su evolución en los países angloparlantes. Hasta ahora.

Bertin Osborne durante un partido de pádel en 2015 en Madrid. El pádel se asoció, durante muchos años, con la élite.

Según datos del último informe de la Federación Internacional de Pádel (FIP), en 2024 se experimentó un crecimiento del 35% anual en número de pistas de pádel en Europa y un 50% en América del Norte. El país en el que se ha experimentado un mayor avance es Reino Unido, que actualmente supera las 500 pistas, y en el que se han creado clubs como The Padel Club en ciudades como Manchester y Birmingham con listas de espera para poder ser miembro. A finales de año, el Financial Times lo oficializaba con este titular: “Adiós, tenis. Así ha conquistado el mundo el pádel”. Hace muy poco el torneo Dunhill (Alfred Dunhill Padel Classic es su nombre completo) reunió en Londres a profesionales, celebridades y cientos de aficionados. Hasta firmas de lujo se han hecho eco de este auge, como con el set de bolas que ha creado Prada.

Parte de este ascenso en la popularidad del pádel se explica por el empuje de algunos personajes famosos que no solo están practicando el deporte, sino que invierten en él. Un ejemplo es The Hexagon Cup, una competición internacional que cuenta con equipos como ElevenElevenTeamUSA, propiedad de la actriz Eva Longoria, o AD/vantage, creado por el extenista británico Andy Murray. Incluso organizaciones nacidas en torno al tenis, como la Rafa Nadal Academy, han incluido el pádel en sus programas.

El artista 'urban0 Daddy durante un partido de pádel en Miami en 2024.

Mientras el mundo angloparlante se apunta a la tendencia, en España el pádel ha ido desprendiéndose de su pasado elitista para convertirse en una opción de ocio que se diversifica. Los jugadores españoles se mantienen a la cabeza del circuito profesional y el número de federados en pádel aumentó en 20.000 personas tras la pandemia. Al mismo tiempo, en el ámbito amateur se mezcla el deporte con el acto social. Un reciente estudio realizado por la consultora Ipsos apunta a que un 41% de la generación Z considera a este deporte como una de las principales vías para conocer gente. Hasta tal punto que se han creado iniciativas como Game. Set. Match., un encuentro ideado por la aplicación de citas Bumble para que solteros y solteras conozcan gente mientras juegan al pádel. “El pádel se ha consolidado como un nuevo lenguaje de socialización”, explican desde la plataforma. “De hecho, casi la mitad de la generación Z, un 41%, lo señala como uno de los mejores deportes para conocer gente nueva. En Bumble, el pádel es uno de los intereses deportivos más populares, tanto entre hombres como mujeres”. Quedar, jugar al pádel, enamorarse. Bueno como tendencia de socialización, inmejorable como historia para contar a los nietos.

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